La política exterior portuguesa se basa en tres pilares estratégicos: la integración europea, la relación transatlántica y el espacio lusófono. Esta singularidad proporciona a Portugal una potencial adicional que urge materializar mediante una acción exterior integrada en el ámbito político, económico y cultural. Ante los desafíos económicos y financieros internacionales, que también afectan inevitablemente a Portugal, la política exterior debe contribuir a proyectar una imagen nacional y convertirse en una palanca importante de desarrollo económico y social. En el contexto del espacio lusófono, es necesario complementar y reforzar mutuamente los tres vectores: la diplomacia económica, la acción cultural exterior y la política de cooperación al desarrollo, entendiendo esta última como una importante inversión, bien en los países socios, como para Portugal, en la medida en que:
- Fortalece las capacidades de los países y de las instituciones en áreas estructurales para el desarrollo humano;
- Promueve la buena gobernanza, la democracia y la consolidación del Estado de Derecho;
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Estimula las economías locales, promoviendo el crecimiento económico mediante el fortalecimiento del tejido empresarial nacional y de la atracción de la inversión directa extranjera que contribuyan a su creciente integración en el espacio global.
La especificidad de la cooperación portuguesa se basa en los particulares lazos culturales y afectivos comunes en el ámbito lusófono, así como en las matrices históricas, culturales, lingüísticas y jurídicas semejantes. En este contexto, la lengua portuguesa, como patrimonio común y lengua global, tiene un importante potencial económico, donde los nuevos núcleos de crecimiento, recursos e ideas piensan y hablan portugués. Los países lusófonos forman parte de una comunidad de 250 millones de personas en cuatro continentes, cuya influencia política y económica es cada vez mayor. Esta comunidad representa aproximadamente el 4% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
Reconociendo la importancia de la cultura en la construcción de sociedades multiculturales con capacidad para desarrollar y potenciar su especificidad cultural a nivel internacional, es importante promover las áreas de conocimiento ligadas al patrimonio y las artes en sus más diversas vertientes.
Así pues, la política de cooperación debe entenderse también como promotora del establecimiento de asociaciones y de la puesta en marcha de nuevos proyectos en los que participen ciudadanos y empresas con beneficios mutuos. Portugal no puede permanecer indiferente a la evolución de los marcos institucionales y necesita acompañar, en "tiempo real", los cambios en la política de cooperación de la UE y la evolución de los marcos institucionales en otros Estados miembros de la UE, que apoyan estratégicamente la participación de nuevos actores en la cooperación, a saber, el sector privado, y promueven sinergias con las áreas de inversión y comercio. En este sentido, la cooperación portuguesa debe mostrar la capacidad de adaptarse dentro de un panorama internacional renovado y, siempre que sea necesario, reposicionarse y asumir un carácter instrumental que promueva la coherencia, la eficacia y la eficiencia de las intervenciones, apalancando diferentes flujos y fuentes de financiación en beneficio del desarrollo sostenible de los países socios.